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Arquitectos: Estudio Juan Domingo Santos
- Área: 396 m²
- Año: 2006
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Fotografías:Fernando Alda, Amparo Garrido, Valentín García
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Proveedores: Alberto Rodríguez Puertas Metálicas, AutoDesk, Cauchil SL, Cristalería Herrera e Hijos SL, La Alpujarreña, Metalistería Ballesteros, Mármoles Nevado, Pladur, Serafim Pereira Simoes
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa puede interpretarse como una pieza incorporada al paisaje. La casa se excava en el terreno, alojando los dormitorios en la zona más profunda, aislados del exterior, mientras que el salón y la cocina se sitúan semienterrados, con vistas a Sierra Nevada. Dos pabellones situados a diferente nivel y conectados entre sí mediante un pasadizo enterrado independizan las zonas de día de las estancias más privadas. Las circulaciones interiores recuerdan, por la libertad con la que se producen, el movimiento de los termiteros y el de otros insectos que se alojan en el interior de la tierra. La casa se inspira en estos extraños movimientos, en apariencia libres y sin sentido, y en los tiempos de desplazamiento empleados. De esta manera podemos acortar o estirar el tiempo de la acción física de moverse a partir del itinerario seleccionado. Podemos emplear tiempos distintos para enlazar las mismas estancias, o lo que es lo mismo, acelerar o ralentizar con la elección del camino el tiempo de movimiento para llegar al mismo lugar.
En el exterior, el acceso a la casa se realiza desde la cubierta, un jardín/mirador de tierra situado sobre el salón que permite desplazar las actividades domésticas y laborales al aire libre en días de climatología adecuada. Sobre los dormitorios, una alberca de agua con un patio de seis metros de largo alojado en su interior introduce luminosidad y prolonga la visión reflejada de la Sierra al interior de la casa. El patio situado en el agua permite iluminar y ventilar las estancias bajo la alberca y actúa además como un regulador térmico dependiendo de la estación. Durante el verano, el agua rebosará por sus bordes para refrescar del intenso calor y en invierno será un aislante natural. Los muros de hormigón mojados en el patio tendrán un aspecto cristalizado y verán alterado su color y textura en el transcurso del tiempo con la aparición de musgos y líquenes.
En el interior se decidió prescindir de cualquier acabado. La estructura de hormigón queda desnuda y solo se reviste con un trasdosado de cartón-yeso blanco en los lugares de entrada de luz para reforzar ciertas posiciones, lo que proporciona un tratamiento artístico a la forma de iluminar el interior de las estancias. El gran ventanal del salón y el jardín de la cubierta son los únicos espacios abiertos al exterior para acomodar la vida de los habitantes al ritmo de las estaciones, con nieve, sol, lluvia o viento. Se trata de una propuesta de vida que hace referencia a una ocupación tranquila en la naturaleza.